Las diferencias regionales que yacen en los Estados Unidos se han caracterizado por lo productivo de sus tierras, por las condiciones y expresiones sociales, así como el pensamiento político en torno al espacio y tiempo: un sur que históricamente ha sido agrario, mientras que el norte se ha definido por su producción industrial; un sur conservador y defensor de las estructuras tradicionales, pero con un norte multirracial y liberal; el sur reproduciendo, en términos generales, la esclavitud y el racismo, pero con la tendencia contraria al norte. Lo que se determinó en este país a finales del siglo XVIII e inicios del XIX, principalmente con los choques de intereses entre Thomas Jefferson y Alexander Hamilton, continuó siendo un desafío para mediados del siglo XX.
Tras la Guerra Civil en el siglo XIX y durante el período de Reconstrucción se crearon tres enmiendas para dictar la abolición de la esclavitud, no obstante, la segregación racial fue justificada por ciertos sectores [1]; ante ello, para que los afroamericanos pudieran integrarse a la sociedad estadounidense, al atender influencias abolicionistas del norte, se necesitaba prohibir “la discriminación en los empleos, los alojamientos públicos y otros aspectos de la vida”[2]. Fue en 1964 cuando el entonces presidente, Lyndon B. Johnson, firmó la Ley de Derechos Civiles con el líder del movimiento, Martin Luther King Jr.; en consecuencia, se acentuó la disparidad entre el sur y norte del país.
La Segunda Guerra Mundial fue parteaguas de lucha por la igualdad racial. La participación de los afroamericanos en este evento bélico influyó en la insistencia por la expulsión de las castas raciales y supremacía blanca, por lo que líderes negros y agrupaciones femeniles se organizaron para movilizarse, teniendo esto mayor auge en 1956 tras el boicot contra el sistema segregado de autobuses de Montgomery. Malcolm X fue un ejemplo de lucha e influencia para la liberación del pueblo negro norteamericano, aunque su imagen quedó estigmatizada por las comparaciones con Martin Luther King Jr., pues al primero se le señaló de racista y violento, calificándole como el “demonio rojo” y a Luther King como el “ángel negro”[3]. Fue gracias al discurso de este último, Yo tengo un sueño[4] del 28 de agosto de 1963, que el pastor se convirtió en “el más grande líder reformista del siglo XX"[5].
Las consecuencias de la Ley de los Derechos Civiles de 1964 tomaron dos rumbos en concreto: legalmente se había transformado el trato hacia la población afroamericana o afrodescendiente, pues se designó una dirección inédita para sus vidas al integrarse a la sociedad estadounidense con un nuevo esquema institucional y bajo un panorama que abrió camino a la libertad, es decir, fue un respaldo necesario que daba cuenta de una lucha que había tenido origen desde siglos atrás, pero que había sido invisibilizado; por otro lado, se intensificó la división social y política con el descontento de aquellos que objetaron los derechos civiles, precipuamente en los estados sureños. Lamentablemente, se han presentado eventos que desmienten el cambio que se esperaba, pues la segregación racial como sistema se quebrantó, pero el racismo en los Estados Unidos continuó y sigue formando parte de los estadounidenses; asimismo, la diferencia norte-sur de los Estados Unidos continúa reproduciéndose y se acentuó con este evento histórico.
¡Hola, Vivian!
ResponderEliminarSólo recuerda que las citas van antes que los signos de puntuación:
vida”[2]. --> vida[2]".
Me hiciste recordar cuando trabajaba en MyT, el espacio en el que yo estaba, justamente tenía a un lado una sala en donde todo el día se repetía un fragmento del discurso de Luther King; hubo un tiempo en que me lo sabía de memoria. -.-
Linda mitad de semana.
¡Ya casi acabamos! :D