En 1943, ante la síntesis de una sustancia química del hongo cornezuelo del centeno, el Dr. Albert Hofmann descubrió el ácido lisérgico, mejor conocido como LSD. Las alucinaciones, la euforia, la paranoia y la distorción de los sentidos (sinestesia) son algunos de los efectos de esta droga; el consumo continuo genera tolerancia pero, a su vez, la adicción, la ansiedad y la psicosis también son efectos secundarios [1]. Tuvo popularidad en la década de los sesenta cuando el contexto global e interno de los Estados Unidos desencadenó la cultura hippie y la psicodelia. Esta sustancia "era un componente del aire que respiramos. Este alucinógeno infundió las exhalaciones de músicos, filósofos, publicistas y activistas [...] la droga característica de la época fue defendida con tanto fervor mesiánico como la política contracultural de la época [2]".
El escritor y filósofo británico, Aldoux Huxley, fue un gran influyente para la contracultura en esta década debido a su literatura con contenido oriental, por ejemplo, la meditación, el hinduismo y el fenómeno del misticismo en contraposición a la teología; asismimo, introdujo en la contracultura el hedonismo o la tendencia a la búsqueda del placer, en especial el sensorial, haciendo referencia a los estupefacientes (drogas psicodélicas), incitando el consumo de mescalina (que proviene del cactus peyote), del LSD y la psilocibina [3]. Este autor inspiró a otros artistas a unirse a la experiencia de la espiritualidad con su texto Las puertas de la percepción de 1954 y La Isla en 1963. En este último, las drogas (mosksha) eran benéficas para la serenidad, felicidad y libertad de las personas, sin embargo, en su libro Un mundo feliz, escrito cinco años antes, se observa la antítesis sobre las mismas:
Huxley muestra una sociedad distópica, es decir una sociedad imaginaria gobernada por un poder totalitario [...] Todos están condicionados genéticamente y disfrutan sin medida el sexo y de las drogas, por lo que no se dan cuenta de la ausencia de libertad [..] El gobierno les induce a un consumismo planificado de soma, una droga suministrada para incentivar la necesidad de tomarla en caso de que se vieran asaltados por el inconformismo, la angustia o la ansiedad [4].
El consumo del LSD se intensificó por su capacidad de alterar la conciencia humana y se expandió su popularidad gracias a las descripciones realizadas por el escritor ya citado, y, pese a que en Un mundo feliz se desarrolló el antagonismo de las drogas al ser el mecanismo de sumisión para la humanidad ante un gobierno autoritario, fue inspiración para el cambio paradigmático cultural sobre la libertad de los cuerpos y mentes de las personas, ya que en sus últimas novelas relató sus experiencias bajo los efectos de tales sustancias alucinógenas de manera magistral y positiva. La conciencia, más allá de la racionalidad de la guerra y del patriotismo estadounidense, fue el elemento que justificó el uso del ácido, en donde convergió la ciencia (por autores como Huxley) y la espiritualidad: "Se revela a sí misma en esa inclinación sin precedentes por lo culto, la magia y el ritual exótico, que hoy es parte integrante de la contracultura [5]".
Como ya se ha mencionado, se adoptaron prácticas orientales para intensificar tal conciencia y trabajar la parte interna del ser, siendo la psicodelia aquella expresión eufórica de la manifestación del alma (de aquí su origen etimológico)* liberada por alucinógenos. El zen, por ejemplo, fue una disciplina no religiosa para llevar a cabo este encuentro: "El zen [es] una luz personal que podemos tener y que nos introduce sutilmente en la experiencia cuando estamos desprevenidos intelectualmente [6]". En adición, el erotismo se separó de la cristiandad occidental del sexo y se aproximó el comportamiento sexual humano a través del texto antiguo hinduista, Kamasutra, como muestra de una juventud inconforme con una sociedad que censuraba este tema bajo sus consideraciones religiosas, siendo este acto algo natural y necesario para los humanos.
[1] Javier Roger Juan, "LSD, LA DROGA PSICODÉLICA", [en línea], España, Le Miau Noir.com, 28 de marzo de 2017, Dirección URL: https://www.lemiaunoir.com/lsd-efectos-drogas-psicodelicas/, [consulta: 2 de mayo de 2021].
[2] Edward Rothstein, "A Mind-Altering Drug Altered a Culture as Well", [en línea], Estados Unidos, NY Times.com, 5 de mayo de 2008, Dirección URL: https://www.nytimes.com/2008/05/05/arts/05conn.html, [consulta: 2 de mayo del 2021].
[3] Josep Gavaldá, "Aldous Huxley y su distopía feliz", [en línea], Estados Unidos, National Geographic.com.es, 26 de julio de 2020, Dirección URL: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/aldous-huxley-y-su-distopia-feliz_15522, [consulta: 2 de mayo del 2021].
[4] Idem.
[5] Theodore Roszak, "Viaje al Oriente y algo más allá: Allen Ginsberg y Alan Watts", en El Nacimiento de una Contracultura. Reflexiones sobre la sociedad tecnocrática y su posición juvenil, España: Editorial Kairón, séptima edición, 1981, p. 140.
*Humphry Osmond, médico británico, al observar los paralelismos entre los efectos del LSD, adjudicó el término psicodelia en 1957 para referirse a la manifestación del alma. El origen etimológico viene del griego psychí (alma) y dílomai (declaración o manifestación). Fracisco Masse, "Drogas y una pizca de psicodelia", [en línea], México, Excelsior.com.mx, s/f, Dirección URL: https://www.excelsior.com.mx/blog/culturapop/drogas-y-una-pizca-de-psicodelia/1014448, [consulta: 2 de mayo de 2021].
[6] Theodore Roszak, Op. Cit., p. 158.
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¡Hola, Vivian!
ResponderEliminarAlgunos errores:
-En el según párrafo tuviste un error de dedazo "asismimo", cuidado.
-En la cita párrafo, no sé si fue error tuyo o del autor, pero "es decir" siempre tiene que estar entre signos de puntuación, en este caso debe ir una coma después; si fue un error del autor, debes poner [sic] -la locución latina en cursivas- para hacer referencia a que el error no fue tuyo, sino del autor.
- En la fuente de consulta #5: España: --> España,
-La referencia en la que usas * no es necesario que tenga este signo, puedes citarla con número al igual que las demás.
-Por último, la locución latina Op. Cit. no necesita llevar mayúsculas, simplemente es op. cit.
Muy interesante tu entrada de la semana.
¡Linda semana!